LA CONTRACRÓNICA | A todo riesgo

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Jorge Deza #FutbolFerrol


Ahora Catú. Se lo comentaba yo ayer a Manel Díaz, director de muchacalidad.com. Estamos ante un caso digno del Cuarto Milenio de Iker Jiménez. ¿Qué misterio habrá? ¿Serán las velutinas? Los jugadores del Racing de Ferrol van a tener que hacerse un seguro a todo riesgo para rodillas visto el panorama. ¿Será Catú el último o esto sigue y sigue como las pilas Duracell? Que nos saque de dudas Carlos Brage. O el personal del Juan Cardona, o algo. Gajes del oficio, decía el central compostelano. Paciencia franciscana, resignación ferrolana y ánimo a partes iguales para él y los demás afectados por esta plaga sin precedentes en la historia esmeralda. El fútbol es así y se ensaña en según qué cosas con quien quiere y cuando le parece oportuno.

Nadie podrá decir que, si el Racing termina ascendiendo, habrá sido sin afrontar múltiples imprevistos, vericuetos de toda ralea y numerosas penalidades. No es victimismo ni una crónica de sucesos. Lucir el presupuesto mayor de la Tercera gallega no sirve de mucho en estos casos. El fútbol, y los puntos, se hacen o deshacen en el césped diluvie o haga calor. Es verdad que los de Emilio Larraz se ven obligados a redoblar esfuerzos en tiempo real, a paliar defectos y vacíos con improvisación y buenos alimentos, y a no perder el norte de sus aspiraciones cueste lo que cueste. Pero no es menos verdad que a veces da la sensación de que hay cosas que se pudieron (y se pueden) evitar. Como la relativa racanería del club a la hora de confeccionar la plantilla mimando el gasto de cada céntimo de euro y optando por un grupo muy reducido. Es verdad que nunca se puede saber cuántos lesionados va a haber en una temporada. Pero sí se puede saber que puede haberlos. No está de más ser previsores. Tener remanente es lo que más se echó en falta. Fomentar la competitividad en el grupo nunca es malo. Y permitir rotaciones buena falta les hace a algunos futbolistas… Con una plantilla de algo más de una docena de equipiers se corren riesgos siempre. Aquí y en los bosques de Nottingham. Y entonces no hay remanentes ni rotaciones que valgan.

Piña de los jugadores del Racing tras un gol. | Sandy López #FutbolFerrol

Pese a todo esto, que es opinable y desde fuera, el Racing tiene un perfil entre heroico y tranquilo. Demasiado heroico para un equipo grande y aspirante, eso sí, y, también, demasiado tranquilo a veces para lidiar en una categoría de mucho mono de trabajo. Pero, por la razón que sea, su estela es la buena. Aunque, ojo. Juega poco y con rivales de brega no es solvente. Resuelve casi siempre pero soluciona cada vez menos. Y no es juego de palabras. El otro día ante el colista ahuyentó a las ovejas. No fue un gran partido, y lo único salvable fueron los goles (alguno bien chulo). No obstante, el recorrido del equipo, con todo lo que está soportando con lesiones casi semanales y el armario con perchas vacías, es razonablemente correcto. Está en las pomadas aunque no sea la crema. Innumerables veces dijimos que este año solo importa subir. Aunque sea trepando por una cuerda deshilachada.

De todos modos, no somos pocos a los que nos preocupa el futuro. De lo que queda de liga y, luego, en la fase de ascenso. No sé si el Racing será campeón; el Bergantiños no lo pondrá nada fácil, el Compostela está como una moto y no veo al cuadro verde botella con el ímpetu, el carácter y la garra esperados a estas alturas. Los avatares de la temporada quizá lo explican. Pero el equipo no pinta cuadros de levantarse del asiento. No somos tremendamente superiores a casi ningún rival. Dije tremendamente. Me desalienta un poquito el déficit de fútbol que tenemos. La segunda vuelta sigue sin ser buena. Pero ahora solo toca pelear por el primer puesto como sea. El goteo de bajas no cesa, así que el club no tiene más remedio que seguir fichando. Supongo. Vino Moreira para el sitio del bueno de Javi Rey pero tendrían que venir dos más. A ver si el mercadillo de esta primavera invernal se convierte en el suceso determinante que ayude y conduzca al Racing hacia el título. Y más allá. Y que la megafonía de la ribera del Sardina lo cuente. Y los no tribuneros la escuchen, algún día, también…