LA CONTRACRÓNICA por Jorge Deza |»Mordientes pendientes»

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Jorge Deza para muchacalidad.com   #FutbolFerrol


El Racing está en una dinámica de normalidad tras la llamada de atención de Paiosaco. Se dejaba llevar por el viento, sin usar timón ni brújula, viviendo de escudo adulterado y camiseta histórica, y eso no era manera. Plantilla corta (catorce o quince jugadores habituales) y carencias de fábrica al márgen; hubo que espabilar ante el presumible “tsunami” que anunciaban los partes meteorológicos. Pero no hubo tal “tsunami”.

Al Compostela se le mereció ganar sin discusión pese a lo que sugieran algunos medios proclives a la causa apostólica. Y no solo por los tres balones al palo. Se venció a un Arosa a la baja y con bajas, inmerso entonces, también, en su particular maratón de partidos contra rivales directos, saldado peor para los arlequinados que para los verde botella. Se ganó al todopoderoso Bergantiños con comodidad, dejando el cuadro carballés sensación muy ramplona en A Malata. Y las tablas ante la UD Ourense pudieron ser triunfo para los nuestros de haber tenido más acierto y menos precipitación en los momentos cruciales. O, sobre todo, de haber jugado desde el principio con la intensidad de los últimos veinte minutos. Porque en Cuarta hay que bregar todo el rato. Es así.

La trayectoria del Racing tras once jornadas tiene claroscuros. Es el equipo más goleador como local pero, junto a Porriño Industrial y Paiosaco-Hierros Añón, el que menos marca como visitante. Es uno de los cuatro equipos que aún no perdieron en casa (los otros son el Bergantiños, la UD Ourense y el Choco). Pero solo tiene una victoria lejos de A Malata mientras los cuatro de arriba suman como mínimo tres. Solo cuatro puntos cosechados fuera explican que no esté el equipo de Larraz en plazas de FA3. Los cinco primeros clasificados sacaron como mínimo diez como visitantes.

El balance en los últimos cuatro partidos es positivo: ocho puntos de doce posibles. Pero, curiosamente, estamos un punto más alejados del líder que lo que estábamos tras el bochorno de Paiosaco. Y es que el Bergantiños no cede, y si no nos ponemos a ganar partidos semana sí semana también va a ser muy difícil restarle ventaja.

Pablo Rey recibe la entrada de un rival. Foto: Sandy López

El Racing tiene una actitud mejorada de cuatro partidos para acá. No divierte en exceso, no levanta al público de los asientos casi nunca, pero tiene trazos de personalidad que no se le veían en las primeras jornadas. Larraz está construyendo con lo que tiene, y se nota. A nivel colectivo se prosperó. No se juega más, pero sí mejor. Y en el terreno individual hay jugadores más asentados que al principio. También los hay que no avanzan. Pero el problema no es de jugadores en sí. Al equipo verde le falta fútbol donde hay que generarlo. La media es fundamentalmente defensiva. Y a veces solo contempla y presiona como oyente. No por desidia, sino por cualidades. Faltan, y ya lo comenté en otro sitio, un Borja Domínguez, un Iago Iglesias, un Dani Rodríguez, ahí. Pablo Rey ayuda a desatascar, pero falta algo ahí. Dirección y visión global. Lo mismo que en los extremos. Vuelve el gran Marcos y eso es un alivio. Pero si no tenemos apenas remate de cabeza en jugadas corridas ¿cómo hacemos? Dilema.

Volviendo con la media, ésta contribuye bien a cimentar las defensas del grupo y se refleja en el juego y en los resultados. Pau Bosch trabaja bien y Joel participa. Pero si nuestro fútbol de ataque depende de balones largos enviados desde la retaguardia a destiempo o a lo que salga; o de incursiones por banda sin remate casi nunca; o de posesiones interminables ante equipos que casi siempre se cerrarán sin rubor; va a ser complicado imponerse como todos queremos. Es verdad que esta categoría se presta a bajones, resultados inesperados, súbitas rachas negativas, repuntes… Y, por lo que vamos viendo, no tiene demasiada calidad en general. Nadie está que se sale, en suma. Pero si no somos un equipo con verdadera mordiente la mayor parte del tiempo de los partidos, todo nos resultará un poco más difícil. Lo físico, el empuje, la insistencia, la presión, quitarle la pelota al rival sin remilgos (como en algunos minutos el otro día) es lo que decanta, lo que da premio. Se pudo ganar a la UD Ourense por eso. Por mordiente. Y no por otra cosa.

En O Porriño se presenta una ocasión para sumar tres puntos a domicilio y comprobar si, ahora que no hay tsunami (pero sí alerta de temporal, ojo), la supuesta “motivación extra” sigue vigente.