«Recordando el mañana» | La Contracrónica por Jorge Deza

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Lo del Racing ya saben como está. Muy mal. Para colarse en la Promoción de Permanencia y jugar con Izarra o Vitoria; o bien con Olot, Llagostera, At. Saguntino, Formentera o At. Baleares; o tal vez con Badajoz, Córdoba B, Écija, Jumilla, Las Palmas At., Linense o Mérida; tiene que vencer al todopoderoso Rayo Majadahonda, que aspira a ser campeón (para eso es tan poderoso); y Toledo y Coruxo han de perder o empatar, como mucho, frente a Fabril –que también quiere, imagino, ser el primero de la clase– y Sanse. Éste último no se juega nada, con lo cual, los que tenemos innumerables primas en nuestras familias a lo mejor tendremos que invitarlas a visitar San Sebastián de los Reyes, que es una ciudad dormitorio muy chula. Ya me entienden… Eso sí, no voy a entrar en las posibilidades de que se dé tal menú. Ni hablaré de mis primas. Lo que sea, será.

Me quiero centrar por un momento en tres partidos de esta temporada que está a punto de colapsar. Es, un poco, recordar el ayer cercano. O tirarse de los pelos, por decirlo en román paladino. El choque de Coruxo, el 6 de enero, que fue el del debut de Ricardo en el banquillo. El de Cerceda, el 31 de marzo, que quedará en los anales como “el de los huevos” o algo así. Y la “finalísima del milenio” ante el Valladolid B, el 29 de abril. La de cómo es posible que vayas ganando 2 a 0 en el minuto 75 y no termines venciendo jugándote lo que te jugabas. Manda huevos también.

Con los dos puntos perdidos en “O Vao” en el último suspiro del último minuto de la prolongación con balón en posesión allá en una esquina de campo contrario; con los dos no sumados en “O Roxo” ante un colista que entonces ya tenía un pie y el 99,99% del otro en Tercera; y con los dos esfumados ante un rival directo, en tu casa, ante tu gente, y con la friolera de dos goles de ventaja; el Racing tendría ahora, mira tú, 45 puntos y estaría salvado de todo mal. No hubiesen importado la derrota estrepitosa del “Fernando Torres” o la sonrojante del “Alfredo Di Stéfano”. Sí ya sé. Todo esto supone reconstruir a la carta, y a toro pasado, la liga del Racing, porque si hubiese ganado en Coruxo probablemente casi nada de lo que vino después hubiese sido como fue y, a lo mejor, lo ganado luego no hubiese sido tal y lo perdido tampoco. Viajes en el tiempo solo se dan en el cine o la literatura, por ahora. Y los partidos ya jugados, jugados están ya. Pero también es cierto que la realidad no deja de ser esa. Pese a la muy penosa primera vuelta hecha. Pese a no ganar lejos de Ferrol desde septiembre de 2017 (¿se acuerdan? Todo era campo entonces…). Pese a todo lo habido y por haber el Racing, que no puede quejarse de que sus rivales directos se lo hayan puesto imposible o lo hayan ganado todo ni nada similar; tiró por la borda su permanencia. Él solito. No dio el equipo verde la talla ante casi todos ellos en la 2ª vuelta, la decisiva. Ante Guijuelo, ante Coruxo, ante Pontevedra, ante Valladolid B. Incluso ante Cerceda. El atracón que necesitaba darse desde enero tras un primer “round” liguero para llorar exigía un esfuerzo para el que el Racing demostró no estar preparado. Lo intentó, sí, e incluso nos hizo pensar en la salvación cuando encadenó cinco victorias seguidas a la ribera del arroyo Sardina. Pero los verdaderos problemas de este equipo seguían muy adentro.

Y es que el fútbol es así. Desde el otoño de 1863 que los clientes de la londinense Freemason dieron el OK a este maravilloso espectáculo. Ganar y perder. Acertar y fallar. Ser pillos o pardillos. Aquel gol que no fue, aquel empate de última hora, aquella derrota inesperada… Aquel fichaje que nada aportó, aquel otro sin hacer… Todo es un cúmulo de momentos puntuales, incluso axiales, que pueden girar rumbos de forma decisiva para bien o para mal. Pero también son taras, defectos propios y malas decisiones. Tanto arriba como abajo. Decir que esta temporada se han hecho muchas cosas mal, o algunas tarde y sin garantías, es una obviedad. Esta campaña es hija de una mala praxis en la que está embarcado el Racing desde hace dos años como poco. El club tiene presidente, pero no presidencia. Tiene consejo de administración, pero no gobierno. Tiene inversores nuevos, pero su proyecto aún no está en marcha. Y el club no tuvo director deportivo durante demasiado tiempo. Para muchos es fácil echarle la culpa a los que ahora salen más en la foto. A Mouriz. A Ricardo. O incluso a Ignacio Rivera, que aún sale poco. Todo el mundo tiene derecho a su trozo de tarta y todas las opiniones seguramente tienen su punto de razón. Pero, más allá de responsabilidades, asumiendo que el futuro espera y que el pasado debe cerrar ya la puerta a tanto desatino, solo tocan tres cosas desde este mes de mayo en adelante:

  1. Que sea nombrado, cuanto antes, un nuevo Consejo de Administración con gente 100% nueva en él.
  2. Que Ignacio Rivera sea, cuanto antes, el máximo accionista absoluto.
  3. Que se haga una profunda limpieza en el club, desde la azotea hasta los sumideros, para despejar el terreno, de una vez por todas, al proyecto de Élite Administración y Gestión.

Esperaremos acontecimientos. Con el rabillo del ojo preparado por si el domingo se oyen flautas (lo cual deseamos con todo el fuego del corazón aunque la maldita cabeza nos dice una y otra vez que no y que no). Y, pase lo que pase el día 13, con la mente puesta en las muchas cosas que hay que empezar a hacer para clausurar una época que se estaba pudriendo demasiado en sus interminables últimos coletazos. Se descienda o no esto es necesario y obligatorio, además. No puede haber más continuismo. No puede haber más de lo mismo. Y, por otro lado, la referencia del Centenario tiene que ser una buena excusa para empezar a resetear muchas cosas en el Racing y en el racinguismo. Para rescatar memoria y, sobre todo, identidad. Para que el club deje de ser un extraño en Ferrol. Para escribir futuro, y que éste le pertenezca a todos.


Por Jorge Deza para muchacalidad.com #FutbolFerrol