ANÁLISIS – RC Deportivo | Un Depor en territorio desconocido

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Daniel Esteve | A Coruña

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El Dépor de Fernando Vázquez, que debía ser una apisonadora por nombre, presupuesto e historia, se está encontrando con una complicada competición que le está poniendo en apuros. Los blanquiazules son un equipo que se muestra muy sólido atrás pero que está siendo incapaz de llegar a la portería rival con la solvencia esperada.

¿CÓMO HA LLEGADO EL DEPOR HASTA AQUÍ?

Es indudable que la caída en desgracia del Deportivo comenzó en la mágica noche de San Juan del pasado año. Una cita marcada en rojo en el calendario de la ciudad, la gran fiesta local que prometía tener el incentivo de la ansiada vuelta del equipo a Primera División. Había sido una temporada complicada, marcada por la irregularidad, con cambios de entrenador e incluso la dimisión de la junta directiva presidida por Tino Fernández, que se bajó del barco en el momento más complicado. No importaba, el objetivo estaba a tan solo un paso. Todo estaba preparado, tras la victoria 2-0 en la ida en Riazor la confianza estaba por las nubes, pero en Mallorca todo se torció. El equipo se hundió, fue goleado, y dejó escapar una oportunidad de oro para volver a la élite con un grupo de jugadores que ha demostrado tener un gran nivel. En Coruña nadie olvida a los Domingos Duarte, Carlos Fernandez o Pablo Marí, que han rendido a un gran nivel tras ese año en Riazor.

EL SHOCK

Tras el tremendo varapalo de Son Moix el club le dio otra oportunidad a Carmelo del Pozo para crear un equipo que pudiera ascender, con el experimentado Anquela a los mandos, pero todo salió mal. La nefasta planificación de la plantilla, con la llegada de muchos jugadores a última hora, la mayoría jóvenes y que desconocían la competición, anticipaba el desastre. Tras una dubitativa victoria inicial el equipo encadenó una racha de 4 meses sin conocer la victoria, prácticamente una vuelta entera de la competición, y estaba hundido en la clasificación. Con esta situación en navidades se planteó una revolución que se llevaba por delante desde el presidente, Paco Zas, pasando por el director deportivo, del Pozo, hasta el entrenador, Luis Cesar. ABANCA se hacía con los mandos de la propiedad y le daba al equipo las piezas que necesitaba para conseguir la salvación.

DÉJÀ VU

Fernando Vázquez volvía al Dépor en una situación muy complicada, similar a la de 2013 en Primera División, con el equipo también hundido en la clasificación y necesitado de un punto de inflexión. Y, como aquella vez, consiguió revivir al grupo construyendo un sistema sólido defensivamente y muy eficaz de cara a portería. Con el sistema 5-4-1 de Vázquez el equipo logró, al menos, tener un plan de juego que le acercara a los resultados, un plan que hace sentir cómodo al de Castrofeito, aun sin ser muy vistoso para el espectador. El Dépor conseguía una racha de 7 victorias consecutivas y, antes del confinamiento, volvía a ser un equipo con pulso competitivo y con posibilidades de salvación. Sin embargo, como si de un déjà vu se tratara, a final de temporada el equipo volvía a morir en la orilla. El tan temido descenso fue más doloroso, si cabe, por todo lo sucedido con el “Fuenlagate”. Así, el Dépor caía a Segunda B, entrando en territorio desconocido.

EN TERRITORIO DESCONOCIDO

Si bajar a Segunda B es siempre complejo, al ser una competición muy larga y disputada, este año lo es todavía más. Con la reestructuración de la competición que planteó la Federación y que junta a 102 equipos peleando por 4 plazas de ascenso, los blanquiazules se enfrentaban ante un reto mayúsculo. La planificación de la plantilla fue, de nuevo, compleja: muchos jugadores se marcharon, pero el club consiguió retener a piezas clave como Mujaid, Uche Agbo, Beauvue o Keko Gontán; fichó a jugadores veteranos de calidad contrastada, como Borges o Miku; y tiene ante sí el contexto perfecto para, por fin, dar oportunidades a las joyas de la cantera, Yago Gandoy, Valín o Adri Castro. 

Todos los focos se ponían, de nuevo, en Fernando Vázquez, que se encontraba con el reto, no solo de conseguir el ascenso, sino también de dotar al equipo de una estabilidad que lleva años sin tener y de un estilo de juego dominante para una competición en la que el Dépor va a ser siempre favorito. El de Castrofeito afrontaba la temporada con el dilema de continuar en su zona comfort y el estilo de juego con el que ya consiguió un ascenso a Primera en la 13-14, o presentar un Dépor dominador que arrasara en Segunda B.

El Deportivo entrenándose en Abegondo | @RCDeportivo

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EL COMIENZO

El Dépor empezaba la temporada sin tener todas las piezas a punto, algunas ni siquiera a disposición del técnico, como Diego Rolán, que está llamado a liderar la parcela ofensiva del equipo; y otros fuera de forma, como Uche Agbo o Miku, lo que limitaba el planteamiento de Vázquez. Aún así, el técnico comenzó la temporada alineando un 4-2-3-1 con el que buscaba presionar a los rivales y, a través del protagonismo con el balón, llevar el equipo a la victoria.

Ya en el primer encuentro en Riazor ante el Salamanca se vio que no iba a ser todo tan sencillo. El equipo tenía el balón, pero no sabía que hacer con él. Las posesiones eran estériles y desde las bandas tampoco se conseguía construir las superioridades que acercaran al equipo al gol. Beauvue era una isla que no se relacionaba con el juego pero, aún así, en el debut consiguió marcar y el equipo cosechó la primera victoria con un agónico gol de Bóveda en el descuento. Era el primer partido, sumar de tres en tres era crucial, pero los de Vázquez tenían todavía un gran margen de mejora.

LAS DOS CARAS DEL DÉPOR

Frente al Compostela, Vázquez, que pedía durante la semana más agresividad a su equipo, dio continuidad al sistema y al once, y con ello se repitieron también los mismos problemas en el juego. El Dépor volvió a ser incapaz de crear peligro pero, de nuevo, cosntruyó un muro defensivo infranqueable para los de Yago Iglesias. 

En este partido se evidenció el mal momento de Borges que se mostró perdido en el centro del campo, sin darle al equipo el equilibrio necesario, ni tampoco siendo quién de liderar la creación de juego. Otro de los señalados en el encuentro fue Beauvue, que se encontraba muy solo en la vanguardia deportivista, sin servir de apoyo a la hora de crear juego, ni representar una amenaza dentro del área; aunque los balones tampoco llegaban. Este 0-0 encendió las alarmas y mostraba las dos caras del Dépor: Su sólida defensa y su inoperante ataque.

El siguiente partido en Salamanca, frente a Unionistas, tuvo un guión especial. El Dépor repetía esquema, aunque con una defensa en cuadro, pero esta vez, se encontró con un tempranero gol a los 50 segundos de encuentro. Adelantarse en el marcador justificó que los de Vázquez hicieran lo que mejor se les da, estar replegados y defender atrás un resultado que les era favorable. Apenas sufrió el equipo blanquiazul para llevarse los tres puntos, pero tampoco se vio ningún brote verde con un juego ofensivo muy pobre.

El “RUNRÚN”

Tras el partido contra Unionistas empezó a correr un runrún por A Coruña. Un runrún que se preguntaba si había que priorizar el buen juego o conseguir los tres puntos como fuese. Después  de tan solo tres encuentros el debate estaba, de nuevo, servido. 

Ante el Coruxo, Fernando insistió en el 4-2-3-1, algo que ya había anticipado durante esa semana, cuando dijo que buscaba darle continuidad a su idea. El equipo seguía con muchas bajas en la retaguardia, pero el rendimiento defensivo del grupo no se resintió. Uche Agbo entró en el centro del campo, al que consiguió ayudar con su despliegue físico y ofreciendo nuevas variantes en la salida de balón. Con todo, el ritmo seguía siendo bajo, la creación de juego nula y los atacantes, en especial Keko Gontán, parecían obligados a hacer la guerra por su cuenta. En otro partido en el que Beauvue no se dejó ver, apareció Lara, la joven promesa del Sevilla, para marcar su primer gol con la blanquiazul. Un gol que, a la postre, valdría los tres puntos y colocaría al Dépor en cabeza de la clasificación antes del parón.

CAMBIOS TRAS EL PARÓN 

Con el equipo líder, y habiendo encajado tan solo un gol en cuatro jornadas, poco espacio parece haber para la crítica. Los resultados, en el fútbol, siempre mandan, y el Dépor estaba cumpliendo sus objetivos. No obstante, al juego del equipo sí se le podía, y debía, pedir una mejora en la zona ofensiva, porque, con el juego desplegado, la dificultad para llegar al gol era preocupante.

Tras el parón, ante el Guijuelo, Fernando decidió cambiar el sistema y dar entrada a Miku para acompañar a Beauvue en el 4-4-2. Los damnificados fueron Lara y Nacho Gonzalez, el mediapunta uruguayo que también fue objeto de muchas críticas por su gris rendimiento. El Dépor había recuperado, además, a Bóveda, Granero y Salva Ruiz, todos titulares en la defensa y que se habían perdido los anteriores encuentros por lesión. 

La idea en este partido era jugar por banda y buscar centros al área que pudieran rematar los delanteros, pero no salió bien. El equipo se vio superado en el centro del campo y tuvo, de nuevo, que replegarse. Tanto fue así que, antes del descanso, Vázquez dio entrada a Bergantiños por Beauvue para armar un 5-4-1 con el que poder sobrevivir en el municipal Luis Ramos. 

Fue el peor partido de los deportivistas en toda la temporada y, en él, se cerró un círculo. Fernando Vázquez volvió a apostar por su 5-4-1 y nos deja con la incógnita de qué será lo que preparará el de Castrofeito ante dos de los rivales más complicados del grupo: Racing de Ferrol y, el líder, el Pontevedra. Ahora mismo, el Dépor continúa buscándose en territorio desconocido.