OPINIÓN | ¡Pablo, Pablo López!

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Foto: @mijanphoto - cedida

Mira que di la chapa con la fiesta del no, y resulta que un año después me veo escribiendo lo mismo. No era ni es nada personal, nunca.

Asisto absolutamente atónito al enésimo ejercicio de cainismo ferrolano en forma de campaña anónima. No sé que problema tenemos en el golfo Ártabro que todo lo externo nos fascina y lo propio nos, en el mejor de los casos, genera reparo.

La inseguridad endémica, la envidia crónica y el “sí, pero”.

Después de la peor temporada profesional de la historia del Racing, de ruedas de prensa surrealistas. De una plantilla jugando en segunda que hoy es suplente en fútbol semi profesional.

Finales de octubre, terceros, a dos puntos del líder. Veintipicos tíos nuevos dejándose la piel como quien juega junto desde la infancia. Un entrenador que, lejos de los cambios precocinados de otrora en el minuto 70, 78 y 85, influye, con mayor o menor suerte.

Pablo, si me lees, cámbiate el nombre a Patxi, o Patzi. Ponte gafas de pasta, déjate barriga y luce una camiseta de licra. Habla de gestionizar y valorizar. Vivirás mas tranquilo. Palabra de ferrolano que eligió emprender en casa sacrificando mucho y soporta alguna mirada de recelo. “Si, pero”.

¿Os acordáis de que había gente que defendía que jugase Mandi antes que Joselu? El otro día escuché en la grada que Álvaro vive en Oleiros. ¡Traición! ¿Recordáis las manifas de culés exigiendo a Messi que dejase Casteldefells y se instalase en el Barrio de Gracia? Yo tampoco.

Álvaro, encima, es guapo y simpático. Y Pablo, además de esas dos virtudes, es paisano, inteligente, formado, normal. Y eso, querido, hay algunos que no lo perdonan. Cuando uno se siente inferior, no puede entender que alguien con quien compartió pupitre destaque.

Volviendo al fútbol.  El año pasado jugaban los mismos once, salvo por el hecho de que cada jornada había siete lesionados. Ahora a Pablo le preguntan que por qué no ha encontrado un once. Podrían alabar el hecho de tener a toda la plantilla enchufada y la virtud de saber elegir, pero para qué.

En Balaídos nos enfrentamos a un equipazo. Un grupo de jugadores internacional. Seleccionados de entre los mejores de cada casa. Con unas instalaciones profesionales. Con un cuerpo técnico de primer nivel.

Chicos que entrenan con jugadores de primera, algunos llamados a jugar al más alto nivel. Nos anularon dos goles dudosos. Nos metieron dos golazos. Fútbol, papá.

A ver si algún día en este pueblo aprendemos a valorar lo propio y dejamos de sentir fascinación por lo ajeno. Que ver más camisetas de Erick Cabaco y Sabin Merino que de Pablo Rey o Joselu me tiene chillando en el puente de las Pías.

¡Ay lo que voy a disfrutar con cada gol de Álvaro y viendo a don Pablo López triunfar!

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