El nuevo pedigrí del fútbol femenino

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RFGF

La infame reforma llevada a cabo por la RFEF en el fútbol femenino, dentro de lo negativo ha traído nuevas expectativas a determinados clubs que, pese a su larga trayectoria, nunca habían logrado alcanzar la meta del fútbol estatal. Cinco nuevos, aunque uno de ellos es dependiente, van a estrenar esta condición a partir de octubre, cuando comience la competición.

Su perfil es de lo más variopinto. Uno surgió a principio de siglo, pero se aletargó durante más de tres lustros; otro es consecuencia última de antiguos proyectos en tierras fértiles para el futfem, incluso uno más que, después de perder el primer tren y llegar varias veces un minuto tarde a la estación para alcanzar otros, por fin fue capaz de subirse al final de la pasada campaña.
Además, será un año importante para Ferrolterra. Su delegación dejará de ser la única de Galicia que nunca tuvo equipos de condición estatal.

Los tradicionales que aún sobreviven con el recuerdo

Si pensamos en equipos históricos, de los que estuvieron y están en casi todas las batallas, pensamos en tres que no han sido capaces de acomodarse a los nuevos tiempos: At. Arousana, Sp, San Mateo y Aguiño.

El At. Arousana, el más laureado del trío, ha sido el último en caer a una sima en la que resulta complicado escrutar el fútbol. Su descenso a Segunda División Gallega, producido tras caer en casa, contra el Sárdoma B, en la última jornada de la pasada campaña, ha sido la consecuencia de un estancamiento absoluto. De ser un adelantado a finales del pasado de siglo, de sus presencias en la Donosti Cup, de sus títulos coperos, de ser el primer equipo gallego, dejando atrás al Karbo, que compitió oficialmente en el fútbol estatal, acabó siendo sobrepasado por varios equipos en O Salnés y abocarse a un complicado futuro.

El Sp. San Mateo siempre ha sabido mantenerse en un perfil bajo. Es un club simbólico, de esos que conviene cuidar aunque sea en Tercera División Gallega. Representa el firme espíritu del fútbol de barro, el del fútbol rural y el del fútbol como cultura, además de un elemento simbólico de lo que fue un activismo en tiempos de silencio abriendo la revolución en O Condado. Fue partícipe de aquella deliciosa liga pirata, cargada de fraternidad, que abrió los brazos para hacerse internacional con la presencia de equipos portugueses.

Por su parte, el Aguiño es otro club que va más allá de sus resultados. Su importancia histórica trasciende lo local para convertirse, institucionalizadamente o no, en patrimonio histórico del futbol gallego, como en el caso de los dos anteriores. Casi siempre a la sombra de las arousanas en lo deportivo, su recuerdo es también el de Matilde Alonso, la maestra que lo hizo todo, de Charo, internacional absoluta por un día, y Vero Boquete, internacional absoluta por todos los días, de Andrés Monteagudo, que creyó en Matilde y en las chicas para mantener el proyecto en Primera Nacional y, por supuesto, de Susú, Carmen, Mon y Alitas. Llevan años en los escalones bajos del fútbol, pero su historia no pierde por ello dignidad e importancia.

El nuevo mapa gallego

Si hablamos de lo deportivo, el gran referente del fútbol femenino gallego es el Deportivo. No hay discusión. Cumplirá su cuarta campaña en Primera, segunda consecutiva, y tiene a sus perseguidores a dos peldaños de distancia, At. Villalonga y Celta, además de a su equipo B.

Pero si hablamos de presencia cronológica en el fútbol femenino la cosa cambia. Si atendemos al número de partidos oficiales disputados por cada uno de los 16 equipos gallegos del fútbol estatal hay una sustancial variación en el podio y el fútbol de siempre se impone al de los grandes, que llegaron para poner la guinda al trabajo en el barro de los que habían creído desde el principio.

El conjunto con más solera es el Peluquería Mixta. Más allá de ser un club polémico en los últimos años, otrora fue ejemplo de gestión y cuidado con el mismo Geluco Villar al frente. En una trayectoria tan larga, con más de medio millar de partidos jugados, las luces y las sombras pueden ser inevitables. Lo importante siempre es que las segundas no oculten a las primeras.

Acercándose a los 500 encuentros está el Sárdoma. Las de As Relfas están a once juegos de apuntarlos. Cuentan con otra gran trayectoria, que si en sus comienzos estuvo tapada en Vigo por el desaparecido El Olivo, en alguna ocasión también por el Atlántida Matamá, sabiendo sobrevivir a todos y estar en condiciones de recordar momentos dulces como la presencia en Segunda Federación y las tres Copas de Vigo. El Concello debería tener una consideración especial en atención a lo que las blanquiazules representan, más aún tras haber superado los 419 partidos disputados por el histórico cuadro peñista. Una celebración por los 500 partidos podría ser la mesa de reunión sólida para que las sardomistas tuviesen una caballerosa valoración extraordinaria.

Amparado desde 2016 por el Deportivo, el Orzán ocupa el primer lugar en el podio. Las aurinegras fueron las primeras en recoger el testigo del Karbo en A Coruña y estarían por encima del medio millar de encuentros si no parasen en la temporada siguiente a la venta de su plaza y la firma del acuerdo de filialidad con el club que entonces presidía Tino Fernández. En su recomienzo evitaron la Segunda División Gallega con el triple acuerdo Deportivo-Ural-Orzán S.D., en el que los segundos le cedieron la plaza. Menos de una década han tardado en volver al fútbol estatal, aunque será a un cuarto nivel, y no al segundo. El misterio está en saber si Escotet dará por bueno el fin de la subvención anual, o seguirá con ella porque las aurinegras aún no regresaron adonde estaban.

También es un caso curioso el del Domaio. Es el más antiguo de los 16, pero hizo una larga pausa de casi dos décadas. Probablemente serían el equipo con más partidos de no haber sucedido aquello. Nacido en la campaña 2003/04, pusieron el cierre temporal al final de la temporada 2005/06, tras quedar últimas en el grupo II de la Liga Gallega, entonces única, que representaba el tercer nivel del fútbol estatal. La desaparición del Lugo les ha abierto el espacio en Tercera Federación. No han desaprovechado el tiempo. En su vuelta, 2022/23, ascendieron a Primera Gallega y en dos años han demostrado que el deporte en Moaña no se reduce a la familia Aspas ni a las traineras. El fútbol femenino ha llegado y se ve desde un campo, A Granxa, con unas vistas preciosas desde que se inauguró en 1946.

Los Celta, recién llegados, también han aprovechado muy bien el tiempo. Tras nacer comprando las plazas de los Mos, el primer y el segundo equipo ocupan las dos últimas plazas en esta tabla, pero uno ha ascendido a Segunda Federación tras 30 juegos y otro ha ganado una Copa de Vigo y subido a Tercera Federación con 35 disputados.

Esta es la clasificación antes del comienzo del ejercicio 2025/26:

  1. Peluquería Mixta, 556 partidos.
  2. Sárdoma, 489.
  3. Orzán, 473.
  4. O Val, 467.
  5. Victoria A Coruña, 464.
  6. Tomiño, 401.
  7. Deportivo, 281.
  8. Victoria Santiago, 264.
  9. Deportivo B, 255.
  10. Boiro, 253.
  11. Bergantiños, 249.
  12. At. Villalonga, 221.
  13. Domaio, 149.
  14. Lóstrego, 126.
  15. Celta B, 35.
  16. Celta, 30.
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