LA CONTRACRÓNICA | Los refrescos

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El punto obtenido en el Ruta de la Plata por el Racing supo a poco a muchos. Pero, en realidad, supo a lo que sabe empatar fuera de casa marcando en un campo donde solo lo habían hecho el Guijuelo y nuestros amigos del Unionistas. Blanquirrojos y esmeraldas vivieron un encuentro vivaracho, muy táctico también. Con un arbitraje pelín anticasero que encrespó a los aficionados locales. Con poca cosa a nivel de áreas (aunque la manopla que se sacó de la manga Mapisa en la falta botada por Seoane en el primer tiempo fue memorable) pero bastante peleado durante toda la ventosa tarde, lo cual es de agradecer. El empate es justo, casi lógico, pero sin estridencias. 

Con toda seguridad ninguno de los dos contendientes hizo el mejor partido de lo que va de pandemia. El Zamora, con bajas o sin ellas, no supo salir de la telaraña defensiva ferrolana pero su combatividad le hizo acreedor a no quedarse a cero. En su gol, a poco de empezar el 2º tiempo, pesó más el inevitable error (o exceso de vista) que una defensa, en este caso la ferrolana, puede tener en un partido con tantos bríos. Adri Herrera se despegó de Jon García y casi de espaldas logró cabecear a la red. Por su parte, el cuadro de Emilio Larraz dedicó los primeros 70 minutos a atascar la circulación y el pase de su rival. Joselu, único punta, casi no tocó el balón. Y hombres como Nieto o Caballé, impetuosos en sus últimas apariciones en el equipo, tampoco. De tanto atascar al vecino el Racing se atascó cuando tocaba lanzarse al ataque. Y encima Álex López se lesionó poquito después del estupendo testarazo de Adri Herrera. Con escasa mordiente y poca decisión ofensiva los verdes confiaban en el fallo defensivo zamorano o en alguna oportunidad a balón parado para igualar. El partido, de tan equilibrado, invitaba a esa perspectiva. Pero solo cuando entraron en el campo los burbujeantes refrescos, Peñaloza (sobre todo) y Nathan, todo el mundo se percató de lo que ciertos futbolistas de banquillo pueden aportar a veces para acelerar procesos, para llenar contenidos, para remover la sopa cuando a los teóricos titulares les falta la cuchara (o la sopa). Poco, en ocasiones, es mucho. En solo nueve minutos el trepidante chaval de Quibdó amargó a Hernández, que acabó sustituido. Y el talludo de Río de Janeiro, si bien no es tan trepidante, con su sola presencia física intimidó y sembró dudas y tibiezas en el atrás de los de Movilla. Uno y otro le dieron otro aire al Racing cuando más se requería que alguien le soplase al Zamora. Y con esos vientos estaba la película a orillas del Duero cuando Jon García remató un córner, le cayó el balón del cielo y de chilena urgente con pseudo-remanguillé sin espacio salvó la mueblería. El central vasco, que bordó su hoja de servicios en Pasarón, por el área pequeña andaba para marcar con lo que fuese. Está nominado al Estrella Galicia de enero (antesala de los Globos de Oro) por algo.

Como dice la paremia, no se tomó Zamora en una hora. Hubo que esperar 74 minutos. Solo fue un punto, pero es bueno para seguir siendo el mejor visitante del enrevesado grupo 1A. Ahora hay que agrandar lo conseguido ganando, sí o sí, al Salamanca CF.


Foto : Juan Pañazola protege el balón ante un jugador del Pontevedra |Bruno Penas