LA CONTRACRÓNICA | Quincalla y derrota

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Por Jorge Deza


Acabó la primera vuelta en 2ª División B. Con exabruptos y con nieve donde más lo necesitan. Con unos chapoteando en los gélidos charcos que dejaron perdidos la dignidad y la vergüenza, y otros mirando cómo al Racing le chulea cualquiera. Buenismo lírico y filosofías del underground y hasta del todo a cien que no falten, no sea que se arrugue el traje… Y encima hay que decir que llueve aunque luzca el sol. Pagais para esto…, me decía una amiga ayer en la hora del cóctel. 

Por desgracia hizo más ruído el pasado fin de semana la quincalla oxidada, la épica prefabricada, el chiringuito de invierno; que el aliento de los afortunados que, por sorteo, van viendo jornada a jornada al Racing en A Malata. El sábado y el domingo de autos pudo más el gato panza arriba que la templanza sin filtro. Más la pillería del superviviente crecido que la corrección del aspirante. Unos viajaron crujiendo la nieve y vestidos de gladiadores de alquiler. Y a los otros les sobraba motivación y tropezaron con sus fantasmas, con sus penumbras no alumbradas. Los de la anodinia.

El problema del Racing estriba en que empieza a dejar más huella lo que no consigue que lo que consigue. ¿Qué no consigue? La esta temporada más obligatoria que nunca regularidad, resultados sostenibles, victorias ante los “fuertes” del subgrupo, puntos. Al equipo verde le hace falta dar más pasos adelante, con el balón y con el melón. Cambiar su guión sin dramatismos si desea estar entre los tres primeros dentro de nueve jornadas. Ciertamente fue una pena ver cómo volaron dos puntos ante el Zamora (vencedor ante el Dep. La Coruña en esta jornada) cuando se ganaba 2-0. Y haber jugado en Abanca-Riazor con más miedo escénico del necesario. Pero puntos que volaron no volverán y esta cortísima liga no perdona. Hay doce de ventisiete en la buchaca. O se suma mucho más en la 2ª vuelta o no habrá billete para la liguilla en la que pelear por un puesto en el play-off de ascenso.

Jugar a ritmo de entrenamiento (como en algunos fragmentos del 2º tiempo ante los salmantinos) es una cosa y hacerlo con paciencia e ideas es otra. Al Racing le faltó capacidad para gestionar a un rival con fuerte mentalidad defensiva que, además, incomodó cuando contragolpeaba. Ni tuvo templanza ni tuvo ideas el equipo esmeralda. El único que estuvo sobrio, centrado y entonado fue Diego Rivas (en el gol poco pudo hacer). Porque el resto fue un querer y no saber. Un repertorio cansino, desenfocado, previsible, que daba alas y confianza a los de Hernán Pérez. Hace falta más. Mucho más.

El Unionistas fijó, ató y aburrió al Racing y éste a sus aficionados (a los del asiento con puntos verdes y a los de la TV). Le dejó hacer poco y casi siempre mal. Había prisas y nubosidad. A los verdes no les funcionaron las bandas, ni la media (con Álex López secuestrado), ni el ataque. Faltó conjunción, colocación y, sobre todo, velocidad. La poca chispa la trajo Caballé cuando accedió al partido. Pero no era la tarde del Racing porque ya vino mal construída desde casi el comienzo. El Unionistas no es el mejor equipo del subgrupo. Pero sabe a lo que juega. Por eso está arriba.

No queda otra que ser guerreros en Pasarón. Darlo todo en el derby de las piedras preciosas y no solo de palabra, que eso está chupado, sino de obra. Motivaciones las hay a paladas. Y necesidades, las tenemos todas.