La reconstrucción de Vadillo

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Un año sin marcar es algo muy duro para un delantero. Es lo que le venía sucediendo a Álvaro Vadillo, uno de los cromos en la sección de fichajes de última hora en el álbum del Racing 2023/24. El pasado domingo, en un partido que se le atascó a un Racing para el que el VAR está resultando una presa apetecible, se sacó de la chistera un lanzamiento escondido, frente al que reaccionó tarde Marc Martínez, y pudo alargar un ciclo que está haciendo de A Malata un fortín desde el pasado diciembre.

El gol de Vadillo fue especial, sobre todo para él, pero también para el racinguismo y, creo, particularmente, para Cristóbal Parralo y Carlos Mouriz. El de Puerto Real lo necesitaba cuando el Racing lo necesitaba. Cuando uno es delantero el gol está grabado en su esencia de futbolista. Lo hizo Álvaro, otro que quiere reconstruir el Racing, en el partido contra el puntero Zaragoza, y ahora el otro Álvaro, Vadillo, contra el colista, cuando el partido podía ofrecer poco más.

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Su última campaña en Eibar no fuera buena. No olió el gol. Su último monosílabo ganador lo gritó el 15/05/2022. Era el 0-1 del Málaga en el Heliodoro Rodríguez López. Los andaluces ganarían por 0-2. Esa temporada hizo tres.

Se iba a quedar sin equipo, el Racing buscaba un central que no apareció, pero surgió él en el último instante. Mouriz va camino de ser especialista en recomponer juguetes rotos partiendo de la necesidad propia. Un compromiso entre dos que solo puede tener un resultado: funcionar. Es como aquello de “El Lute”: “Camina o revienta”, que aquí podría darse al juego palabreril de “camina o reinventa”. Su principio del fin fue en Galicia, en aquel Celta 2020/21 de las cinco convocatorias y cero minutos, que le hizo marcharse del noroeste cual pájaro que huye del invierno.

En Ferrol, con un trienio más, puede ser el comienzo del nuevo principio.

Álvaro Vadillo, el hombre que juega a pie cambiado, ha empezado a desperezarse. Catorce minutos y un gol de punto es un buen dato para reinventarse.