«Huevos» | La Contracrónica por Jorge Deza

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Vaya por delante que yo no sé si al término del partido de Cerceda el entrenador racinguista Ricardo López se tocó los huevos -de pascua, judía y cristiana, que fueron las fechas de ambas- o el borde de su abrigo. Si fue acto reflejo o reflejo de un acto. Si se fue a la grada a agradecer a la hinchada verde su presencia y apoyo o si se le hincharon los “pascuales” con lo que alguien profirió, presuntamente, contra él. Sea lo que sea, hablamos de episodios nada heroicos y muy típicos de los finales de temporada cuando un equipo está mal o intentando salvar una campaña pocha y no le salen las cosas en la medida deseada. Con ello hemos ganado un tonto relleno en televisiones de ámbito estatal y en tertulias de “sálvame futbolístico”. Carnaza.
Y esta movida aconteció, además, en un momento en el que el Racing mantiene una línea de resultados más positiva que negativa. El juego va a trancas y barrancas, eso sí. Y no ganamos fuera de casa ni a punta de pistola. Pero lo importante -e increíble- es que con 32 jornadas jugadas seguimos vivos. Lo de O Roxo (y me refiero al show de Ricardo) demuestra que somos humanos y las emociones y los sentimientos, a veces, son difíciles de reprimir en trances así. Todos cometemos errores. Sin excepción. Y cuando se cometen toca rectificar. Psicología barata al margen, lo que es de desear es que técnicos, jugadores y aficionados estén unidos, se muerdan las lenguas y tengan una visión global de las cosas. Prima eso ahora. Y no liarla. Ya llegará el verano para el turno de réplica y para la moción de censura. Pero lo que está por encima de todo es aquello que deja por debajo de sí lo prescindible. Ricardo debió reprimirse. Que un “nacho” le gritase no es para tanto. Palabras necias, oídos sordos. O simplemente haces lectura mental, dejas el agua correr y ya está. En el fútbol se insulta o increpa a todo bicho viviente miles de veces cada fin de semana en la zona euro. Y entrenadores curtidos en mil batallas, que han soportado de todo, saben que no merece la pena entrar al trapo. Porque esto está montado así. Si cada vez que nos ponen a parir embistiésemos no tendríamos tiempo para leer un buen libro o disfrutar de lo que va quedando de naturaleza, dos de las mejores cosas que puede hacer un ser humano en estos tiempos oscuros.

muchacalidad.com/Manel Díaz

Los futbolistas estuvieron acertados alejando al preparador de la leonera. Fue casi en lo único que anduvieron finos en este partido. La afición, que estuvo de diez en feudo cercedense, debe ser apasionada, incluso crítica, pero nunca más allá de eso. Ahorremos herir susceptibilidades. Hay quienes merecen mayores críticas por casi todo lo que está pasando en el Racing desde hace dos años, amigos… Cada persona es un mundo y cada curriculum tiene su lote de páginas correspondiente. Ricardo, con sus propuestas y sus buenas intenciones, con su inexperiencia de banquillo, con sus aciertos y errores; no es el culpable máximo de los males del Racing. Pero también es verdad que debe eludir confrontaciones con su propia gente, aunque solo sean dialécticas. Esquivar embrollos en caliente con una afición dolida y preocupada (la suya), tras un mal partido (que lo fue) ante un colista casi deshauciado (que lo está) y con solo once titulares y un puñado de juveniles. Me quedo con el gesto de Joselu cuando intentó varias veces sacar al míster de la nube de discusión. El gigante de Palmeira pareció decir: “Richi, vámonos al vestuario que llovizna, agradezcamos a la afición que esté con nosotros, aprendamos de nuestros errores, que no son pocos, y a seguir luchando por salir de esto”. Esa tiene que ser la idea. Si la gente grita cosas -sean justas o no- que corra el aire, porque los gritos se los lleva el viento. Que tenemos edad ya para que nos resbalen ciertas cosas.

Por lo que se ve en la retransmisión de la TVG y en las fotografías tiradas por nuestro redactor-jefe Manel Díaz, Ricardo se acerca a la grada como un maestro al que le han tirado una bola de papel mientras escribía en la pizarra los deberes para mañana. Y pregunta, haciendo pajaritos y llevándose un dedo a la oreja: “¿quién ha hablado?”. “No salimos de aquí hasta que no se levante el que tiró la bola de papel”, le faltó comentar.
Les juro que no lo tengo 100% claro tras ver la retransmisión en directo y, después, entre trece y quince veces el dichoso vídeo del show de Ricardo. Pero si consideramos que nuestro entrenador desafió al gentío tocando “packet”; a lo mejor es que quiso emular a un ex-atlético, Hugo Sánchez, cuando hace muchos años celebró uno de sus numerosos goles llevándose con fruición la mano a la entrepierna por debajo del pantalón, encrespando al respetable -era campo ajeno- por tamaña escena. Y el “manito”, con su verbo mexicano, explicaba después a los medios que lo que había hecho resultó ser una mera “recolocación de atributos”. Vamos, que con tanta voltereta festiva cada vez que marcaba se le habían descolocado los mencionados. Fuese eso o no, la valoración final quedó para el consumidor del producto. Y después se olvidó.
O Ricardo hizo un packet, o se tocó el abrigo. Cuestión de “instentivos”.


Captura TVG2

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ya que estamos en materia, la situación del Racing, amigos del misterio, requiere huevos. Pero de corral. De los que tienen yema abundante y un tono amarillo pastel que da gusto. Con ese tipo de huevos se hacen buenas tortillas y se moja mucho pan. Pero con huevos de “cadena de montaje” te quedas con las ganas. Todo lo que sea divagar, improvisar, correr a ritmo de entrenamiento cuando lo que toca es ser diablo en autopista española (que diría Santana); todo lo que no implique doblar el esfuerzo pese a ser una plantilla, según muchos, de calidad técnica contrastada pero poco dotada para el sacrificio (ni siquiera en tiempo pascual), es restar y no sumar. Ahí es donde hay que poner los huevos a remojo. En Cerceda se podía no ganar, pero no perder el norte, ni dar imagen de impotencia ni mostrar un repertorio vulgar. Se empató y gracias. Pero no es ese el camino, camaradas.

No debemos olvidar que la senda fue, es y será pedregosa y espinosa. Lo vamos viendo en tiempo real, y películas así las vivimos muchas veces. Estamos como y donde estamos por algo. Por lo que nos falta y por lo que nos sobra. Huevos aparte, los nuestros siguen teniendo su permanencia privada en la mano. Y lo saben. Quedan seis citas y hay que ganar cuatro. Los choques contra Toledo y Valladolid B son capitales para amarrar a dos rivales directísimos. Pero los demás también, porque todos valen tres puntos. Seis docenas de huevos harán falta para llevarse el premio.
Dejemos que la bobada de Cerceda quede en simple anécdota (aunque pienso que Ricardo debe pedir disculpas esta semana para que las cosas se templen definitivamente) porque hay mucho en lo que pensar. Y demasiado por hacer todavía. Por ejemplo, una buena tortilla el próximo fin de semana en la ribera del Sardina.


Por Jorge Deza para muchacalidad.com #FutbolFerrol