¿Y ahora qué?

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El Deportivo está protagonizando quizás la peor serie de su historia. Si no lo es estadísticamente si por el cuando, el cómo y el donde.

En medio de la peor pandemia de los últimos cien años, el Dépor sufre de un virus para el que no ha encontrado vacuna. Los coruñeses se infectaron la temporada pasada y comenzaron a desarrollar la enfermedad desde el inicio de esta. El doctor Vázquez trató de paliar los primeros síntomas pero los antivirales no funcionaron en primera instancia y tampoco fueron capaces de frenar los efectos secundarios. El bicho devoró al de Castrofeito que no terminó de aplicar el confinamiento preventivo a la plantilla y acabó confinado en casa.

Con el paciente ya entubado y a la espera de nuevos tratamientos milagrosos, el ministro Vidal y el epidemiólogo Barral rescataron al doctor De La Barrera de su consultorio en el centro de salud rumano para colocarlo al frente del gran hospital de campaña en el que se ha convertido Riazor, donde una legión de abnegados celadores, enfermeros y especialistas en banquillos y vestuarios, trabajan mascarilla en ristre contra una pandemia que amenaza con no tener fin. Con una plantilla infectada y una UCI saturada, las primera dosis de la vacuna no consiguió efecto alguno en Salamanca y con la segunda el enfermo todavía empeoró ante el Compostela y el líder de los virus, el Unionistas. Hoy el Deportivo a pesar de la transfusión de sangre nueva, entraba en cuidados paliativos empujado por el más letal de los virus, el Coruxo del doctor Alonso que parece comenzar a propagarse como en sus mejores tiempos.

El último diagnóstico no puede ser peor amigos, seis partidos sin marcar y dos de doce puntos posibles. Familiares y amigos ya han comenzado a reunirse en torno a la cama de un enfermo que espera el milagro en forma de vacuna, aunque sea soviética, porque las americanas y europeas de momento no han dado abasto con la producción. ¿Y ahora que?.


Foto portada: Rubén de la Barrera durante un entreno en Abegondo | rcdeportivo.es