El exentrenador del Celta de Vigo saca provecho de su residencia fiscal en Inglaterra, beneficiándose de un importante ahorro en impuestos tras su salida del club.
En una jugada sorprendente, el Celta de Vigo decidió destituir a Rafa Benítez tras la contundente derrota del equipo ante el Real Madrid. Aunque se especulaba que la prolongada duración de su contrato podría haber sido un obstáculo financiero, la realidad es que la salida del técnico madrileño ha dejado una estela de impacto económico en la escena futbolística.
Con un finiquito estimado en 6 millones de euros brutos, parecía que el exentrenador recibiría una suma considerable. Sin embargo, gracias a su residencia fiscal en Inglaterra, Benítez ha conseguido un «golazo» fiscal que ha dejado a más de uno sorprendido.
Según los expertos fiscales, en España el impuesto sobre la renta alcanza un máximo del 45%, lo que implicaría que cerca de 2,7 millones de euros de su finiquito se destinarían directamente a las arcas del fisco español. No obstante, la residencia fiscal de Benítez en Inglaterra ha sido clave en esta situación.
En el Reino Unido, si bien los salarios del fútbol están gravados con una tasa del 45%, es común que una parte significativa de los contratos incluyan derechos de imagen, los cuales están tasados a un menor porcentaje, del 19%. Esto ha permitido que Benítez vea una reducción considerable en los impuestos que debe pagar por su finiquito.
Después de aplicar esta ventaja fiscal, se estima que el exentrenador del Celta de Vigo recibirá un total de aproximadamente 2,67 millones de euros netos después de impuestos, lo que representa un ahorro significativo en comparación con la cantidad que habría recibido si su residencia fiscal estuviera en España.
Este inesperado giro en la historia financiera de Benítez no solo ha llamado la atención de los aficionados al fútbol, sino que también ha puesto de relieve las complejidades y oportunidades que pueden surgir en el ámbito de la fiscalidad internacional en el mundo del deporte.
Sin duda, esta situación deja en evidencia que, en el competitivo mundo del fútbol, el juego no se limita solo al terreno de juego, sino que se extiende a los entresijos financieros que pueden resultar en verdaderos «golazos» incluso fuera de la cancha.